Es curioso la cantidad de poder inherente que puede haber incluso en las cosas pequeñas. Lo arraigada que está la jerarquía en nuestros sistemas. ¿Quién determina las tareas que hay que hacer? ¿Quién tiene que llevarlas a cabo? ¿Y cómo funcionan estos dos papeles en relación entre sí y con el poder?
¿Cómo funcionamos como WSDNP en relación con los demás? ¿Cómo rendimos cuentas ante nosotros mismos, nuestro trabajo, los demás, la Junta Directiva y la propia organización? En parte, cada Círculo determina en qué está trabajando, quién está haciendo qué, cómo se está realizando el trabajo de acuerdo con su plan anual y sus propuestas. Los papeles necesarios para llevar a cabo el trabajo deben compartirse para que todos mejoremos en esta tarea, para que nadie se quede siempre atrapado en un papel indeseable para la mayoría de nosotros. Cada uno de nosotros asume a veces el liderazgo en determinados círculos y trabajos, pero también cada uno desempeña los papeles de apoyo en otras funciones.
Hay mucho poder en las cosas sencillas, como establecer la agenda. "Esto es lo que yo creo que es importante". Quizá lo sea, pero ¿y si no dependiera de mí? ¿Haría la misma agenda? Y el anotador. A menudo pensamos que la persona que toma notas tiene menos poder, ya que teclea afanosamente para hacer el trabajo, pero no tiene el poder del que establece el orden del día y dirige la reunión. Sin embargo, los anotadores pueden "robar" poder al ser poco escrupulosos con el registro escrito al que se puede volver y en el que se puede confiar para orientar los esfuerzos.
A menudo pensamos que estas funciones "se dan" a los más adecuados. El Director Ejecutivo, el Presidente del Consejo de Administración, el Director General o el Presidente tienden a asumir el papel de facilitador de la agenda. Por lo general, creemos o queremos creer que se han ganado su puesto gracias a su formación y a sus años de experiencia, o quizá simplemente por ser líderes natos. Incluso podríamos decir: "Llevan muy bien la reunión". La toma de notas suele correr a cargo de un asistente, una secretaria, un becario o la persona a la que le haya tocado esa tarea ese día. En un espacio más positivo, se les reconocen las verdaderas habilidades para ser capaces de captar lo que se dice de forma concisa y en tiempo real, captando todos los detalles importantes. Si encuentras a un gran anotador, ¡esperas que no se vaya nunca!
Para compartir intencionadamente este poder y esta responsabilidad, cuando creamos nuestro Círculo General (responsable de la gobernanza), decidimos compartir estas funciones. Cada reunión se basa en una rotación, lo que significa que nos turnamos como moderador y anotador. Cuando tenemos la oportunidad de fijar un orden del día, consultamos un documento compartido de futuros puntos del orden del día, nos ponemos en contacto con los demás para ver si están dispuestos a hablar sobre ese tema, gestionamos la priorización de los puntos, determinamos el calendario y facilitamos la reunión. Cada uno de nosotros se encarga también de tomar notas, hacer un seguimiento de las decisiones tomadas, qué nuevas tareas han surgido de los debates y quién hará qué y cuándo. A esto lo llamamos W3.
Puedo decirte que dudaba de que utilizáramos una simple rotación para asignar estos papeles: "¿pero qué pasa con la persona a la que simplemente le gusta tomar notas y se le da bien?". La verdad es que a todos se nos da mejor facilitar y tomar notas cuanto más lo hacemos. Todos aprendemos a dirigir y a escuchar desempeñando activamente estos papeles. A veces aprendemos algo nuevo sobre nosotros mismos. No tenía muchas ganas de ser la persona que tomaba notas, pero resulta que me encanta tomar notas. Me gusta poder sintonizar y escuchar de esa manera. Y sí, es cierto que como oyente activo puede ser un reto ser también un participante de pleno derecho, así que nos cuidamos mutuamente: cuando el que toma notas necesita intervenir y hablar, o quizás le toca a él dirigir un punto del orden del día, uno de nosotros le apoya interviniendo para tomar notas en esa sección.
Todo esto puede parecer sencillo y no revolucionario, pero yo lo discuto. Quizá sea demasiado fácil centrarse en los grandes cambios y dejar inalterados los detalles, las cosas "menores". "El diablo está en los detalles", como suele decirse. Para cambiar nuestra estructura y empezar a transformar nuestras normas, tuvimos que desarrollar prácticas a todos los niveles: prácticas que nos permitieran ser buenos haciendo las cosas de otra manera, prácticas que nos permitieran compartir el poder en las formas explícitas y ocultas en que se manifiesta.