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Motivación, Acción y Calmar la Indignación

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Por Corinna Borden

Cuando pasas la noche en el hospital, a los técnicos les gusta sacarte sangre sobre las 4:00-5:00 de la mañana para tener los resultados para cuando los médicos vengan a hacer sus rondas. 

Hace poco, los aros metálicos de la cortina me sacaron de mi letargo de Valium. "Espera, tengo que ponerme la máscara". Continué, ahora enmascarado, "Buenos días, Feliz Acción de Gracias".

Después de la extracción de sangre y de volver a dormitar, intenté no pensar. No pensar en las innumerables razones lacrimógenas que me inducían al pánico para volver a estar conectada a un goteo intravenoso tumbada en un colchón de plástico con un botón de llamada junto a la cabeza en una habitación en la que no se abrían las ventanas.

La primera vez que tuve el placer de que me sacaran del sueño a las 4 de la mañana para tomarme la tensión, medirme la temperatura y extraerme sangre fue hace 13 años, para una quimioterapia "citorreductora" previa a un trasplante de médula ósea.

La convalecencia de lo anterior fue muy buena para mi motivación. En parte por la desesperación de no desperdiciar nada de esta preciosa vida, en parte como una visión para alejarme del Miedo gritando "y si..." en mi cerebro todo el tiempo, y en parte porque la alternativa de llorar bajo mi colchón todo el día me parecía sumamente patética. 

Aproveché la confusión y me sentí muy motivada para moldear una visión inspiradora para mi vida. Profesionalmente, me sumergí en el acceso sostenible a los alimentos, la educación y la defensa. Personalmente, me comprometí a prestar atención al amor (mi corazón) y a sus impulsos. Espiritualmente, empecé a practicar la meditación de forma constante, un lastre para todo lo anterior.

El afilado enfoque que precipitó estos compromisos ha crecido y menguado a lo largo de los últimos 14 años, y esto es lo que estaba meditando aquella mañana en esta reciente visita al hospital:

¿Qué es necesario para mantenerse motivado para hacer el buen trabajo que hay que hacer? 

¿Tiene que ser siempre un 2×4 cósmico con el peso de un elefante amenazando con la muerte y el desmembramiento personal para obligarnos a ver más allá de nuestras miopías personales? 

Desde el privilegio social, la genética, la educación, todos traemos miopías a la mesa. ¿Qué hace falta para motivar cuando tanta gente se siente abrumada por las toxinas de los alimentos, el aire, los medios de comunicación, el agua? Abrumada por la magnitud de los cambios que son necesarios para alterar la dirección de tantas partes de nuestra sociedad con el fin de salvar nuestra humanidad, nuestro planeta, nuestro futuro, a nosotros mismos. ¿Acaso la crisis climática no es un 2×4? ¿O combustible para cohetes en la leche materna? ¿O formaldehído en los pupitres de los escolares? ¿O ⅓ del planeta pasando hambre mientras el otro ⅓ tira a la basura zanahorias que no están derechas o manzanas con una mancha? ¿O "no puedo respirar"?

El mundo ha entrado claramente en un momento decisivo. La división de opciones y posturas es un aluvión para los sentidos y nuestro ser físico. Puede parecer imposible avanzar con semejante embestida. Pero no es imposible. Es una elección no dejarse arrastrar por la indignación emocional que descarrila nuestra capacidad de pensar. 

Nuestros cuerpos son un microcosmos de la cuenca que nos rodea y, como tales, tenemos la misma capacidad de elección. Al igual que yo elegí aprovechar el miedo causado por mis problemas personales de salud, todos podemos aprovechar el agobio como una forma de servir conscientemente. Es en la ruptura de nuestras propias almas donde vemos surgir nuestro propio compromiso. Me he entrenado para no alimentar el miedo al "y si..." y desde ese espacio estoy completa.

La curación no surge de vivir en el sistema nervioso simpático de lucha o huida. Sumergirse en el marasmo puede ser demasiado emocional, demasiado cargado de miedo, estrés y juicios como para no afectar directamente a nuestras propias fisiologías y desbaratar el buen trabajo. La curación viene del compromiso de desconectar conscientemente de la ira, el miedo y las incesantes "malas noticias" para anclar la propia conciencia como guardiana del sistema nervioso parasimpático. Indignarse, comprometerse a actuar, pero no alimentar la indignación con más pasión del cuerpo. 

La curación que tiene lugar en el cuerpo refleja la que ocurre en el mundo. Sólo desde un lugar de compromiso sereno surge la acción justa desde el corazón, pasa a la acción manual y alza la voz. 

Queda mucho por hacer para engendrar y apoyar una sociedad que abogue activamente por su propio éxito y no por su desaparición. Estoy siendo testigo de una transición justa. Veo a mi alrededor personas motivadas, creativas y comprometidas a no llorar bajo la cama, intimidadas por la envergadura del problema. Es el alcance del problema lo que hace que el trabajo sea inspirador e importante. Una cadena que tira de nosotros hacia el mundo mejor que todos vemos.


CORINNA BORDEN

Corinna y su familia trabajan para hacer realidad su sueño de convertirse en granjeros en sus tierras del valle del Hudson: Sweet Showers. Corinna tiene una amplia experiencia en el movimiento de la alimentación sostenible y aporta esa pasión y curiosidad a la educación en casa de sus dos hijos. Actualmente forma parte de la Junta del Mercado de Granjeros de Rhinebeck y del Grupo de Trabajo sobre Clima Inteligente del pueblo de Rhinebeck. Ah, y ha escrito un libro sobre su aventura sanitaria. Más información en corinnaborden.com.


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