Nos levantamos y pedimos justicia. Con protestas que llenan las calles y plazas de todo el valle del Hudson, en comunidades de todo el país y ahora también de todo el mundo, es difícil exagerar la profundidad de nuestra frustración, rabia y dolor. Las muertes trágicas y sin sentido de tantas personas de color nos han llevado a este momento. No toleraremos vivir silenciados en un lugar que dice defender la libertad y la búsqueda de la felicidad y, en cambio, aterroriza y oprime a tantas personas. Como nación, no nos hemos atrevido a afrontar las profundas desigualdades y el sufrimiento que existen debido a nuestra historia de esclavitud y al racismo que impregna nuestra sociedad. Pero ahora parece que somos más los que estamos dispuestos a alzar la voz y a presionar con fuerza para asegurarnos de que éste sea un momento que traiga consigo una verdadera reforma y curación.
En GWI nos solidarizamos con el movimiento Black Lives Matter. Defendemos Transición justacon sus cinco principios interconectados, porque creemos en la posibilidad de un futuro diferente en el que la justicia racial y la equidad social estén en el centro, un futuro de comunidades locales diversas, equitativas y prósperas. La justicia racial es el principio de la Transición Justa en el que debemos centrarnos ahora, con urgencia. Eso significa que cada uno de nosotros debe mirar tanto hacia dentro como hacia fuera, actuar dentro de nosotros mismos y en nuestras comunidades, y ver dónde nos estamos quedando cortos. ¿Somos cómplices de la supremacía blanca? ¿Estamos actuando realmente desde un lugar de antirracismo práctico y proactivo? ¿Dónde podemos construir la solidaridad y el poder para lograr el cambio?
Estamos viviendo una tormenta cataclísmica perfecta, una crisis única en el siglo: una pandemia mundial, un colapso económico y un ajuste de cuentas largamente esperado con un racismo arraigado, corrosivo y mortal. Ya conocemos las asombrosas estadísticas de Estados Unidos: más de 100.000 muertes confirmadas a causa del COVID-19, más de 40 millones de parados, cientos de miles de pequeñas empresas que ya han desaparecido y hasta un millón de posibles quiebras. Las comunidades de color son las más afectadas por todo esto, de forma desproporcionada.
Nuestro buen trabajo está siendo reclamado con más fuerza que nunca. Nuestra visión de una economía regenerativa y una sociedad justa, basada en la Transición Justa y la autodeterminación de las comunidades, está emergiendo en nuestra región. Se manifiesta en la ayuda mutua, en las protestas multitudinarias y en las reuniones pacíficas de solidaridad, en el dolor comunitario y en las reivindicaciones, en la búsqueda de nuevas respuestas y nuevas formas de hacer y de ser. También se manifiesta en el reconocimiento de los privilegios de los blancos, en el estrés y la fatiga de nuestras comunidades negras y marrones, en un cambio definitivo en el discurso público sobre la violencia policial y la lacra del encarcelamiento, en una visión más transparente de la realidad de la vida de las personas en este momento.
Depende de nosotros defender la Transición Justa, mano a mano, con fe. Lo que parecía imposible hace sólo unos meses está ocurriendo. Estamos a la intemperie, con toda la complejidad de este momento que revela la magnitud del trabajo que hay que hacer, y una incipiente comprensión de todas las manos dispuestas a hacerlo.
En solidaridad,
Aja, Caitlin, Hélène, Micah, Susan y Terri
Fideicomisarios trabajadores del Instituto del Buen Trabajo
Imagen: Marcha solidaria en Kingston. Foto cortesía de @radiokingstonny